Sol de medianoche

Stephenie Meyer
Traducción de Victoria Simo, Mariola Cortés-Cros, Elena Macian & Julio Hermoso
Novela fantástica
Alfaguara. 2020
ISBN: 9788420456591

«Era ese momento del día en el que más deseaba ser capaz de dormir.
El instituto.
¿O sería «purgatorio» la palabra correcta? De existir siquiera alguna manera de expiar mis pecados, esto debería contar en alguna medida a la hora de hacer balance. No, no me acostumbraba al tedio; cada día se me antojaba más monótono aún que el anterior, si cabe.     
Quizá se pudiera considerar esto mi modo de dormir, si el sueño se definiera como un estado inerte entre los periodos de actividad.
Tenía la mirada perdida en las grietas que recorrían el enlucido del rincón opuesto de la cafetería y me imaginaba que formaban unos dibujos que en realidad no estaban ahí. Esa era una de las maneras de bloquear la riada de voces que me farfullaban en la cabeza.
Eran varios los cientos de esas voces a las que hacía caso omiso por puro aburrimiento.
En cuanto a la mente humana, lo había oído todo ya, hasta la saciedad y un poco más. Hoy, lo que consumía el pensamiento de todo el mundo era el insignificante drama de la nueva incorporación al reducido cuerpo del alumnado. Qué poco bastaba para alterarlos. Había visto aquel nuevo rostro repetido en un pensamiento detrás de otro, desde todos los ángulos. Una chica humana normal y corriente. La expectación por su llegada era algo tan predecible que resultaba agotador: la misma reacción que obtendría uno al mostrarle un objeto brillante a un grupo de críos de dos años. La mitad de los miembros masculinos de aquel alumnado tan borreguil ya se imaginaban prendados de ella, tan solo porque era algo nuevo que les habían puesto delante. Hice un mayor esfuerzo por no prestarles atención.
Solo eran cuatro las voces que bloqueaba por cortesía más que por repulsión: las de mi familia, mis dos hermanos y mis dos hermanas, que ya estaban tan acostumbrados a la falta de intimidad en mi presencia que rara vez se preocupaban por ello. Yo les daba lo que estaba en mi mano. Intentaba no escuchar siempre que podía evitarlo.
Y, aun así, por mucho que lo intentara… lo sabía.»