Las arenas de Isla Tiburón

Alexander McCall Smith
Infantil. Novela
Siruela. 2018
ISBN: 9788417308995

«Había dos motivos por los cuales Ben y Fee MacTavish se sentían afortunados. El primero: eran alumnos del barco escuela Tobermory, un colegio que también era un barco y que navegaba por todo el mundo. Los habían enviado allí porque sus padres eran unos conocidos científicos marinos y tenían que viajar con frecuencia fuera de casa, en su submarino de investigación.
Me temo que no hay colegios debajo del agua —dijo su padre—, ¡así que tendréis que ir a alguno en la superficie!
Fee y Ben eran gemelos; ambos tenían doce años. A Fee, sin embargo, le gustaba señalar que ella era dos minutos mayor que su hermano, y eso era importante, según afirmaba ella. «Incluso dos minutos pueden suponer una gran diferencia», decía.
A lo cual Ben —si es que la oía decir aquello— respondía: «¡Bobadas!», que era lo que solía soltar cuando a su hermana se le ocurría hacer algún comentario con el que estaba en desacuerdo. Aquel «bobadas» siempre lo decía con cortesía, por supuesto, ya que Fee y él nunca discutían y siempre estaban de acuerdo en las cuestiones más importantes, cuando no lo estaban en todo.    
El segundo motivo por el que Ben y Fee se sentían afortunados era que ambos tenían buenos amigos, y todos aquellos amigos se llevaban muy bien entre sí, que es lo que la mayoría de la gente espera que hagan sus amigos.
Debe de ser muy difícil —le confió Ben una vez a su hermana— cuando tienes un amigo al que no le cae bien otro de tus amigos. ¿Qué haces entonces?
Fee se quedó pensándolo; se alegraba de que aquello no le hubiera sucedido nunca.
Supongo que te aseguras de verlos en momentos distintos —respondió ella—. Quizá tengas amigos de por la mañana y después amigos de por la tarde. Así, los verías por separado.
Es mucho más fácil si todos se caen bien los unos a los otros —dijo Ben.
Mucho más fácil —coincidió Fee.
¿Y quiénes eran esos amigos especiales de Ben y Fee? Pues bien, en el caso de Ben era Badger Tomkins, con quien compartía camarote en la cubierta intermedia del Tobermory. Badger era un chico estadounidense que llegó desde Nueva York. Su padre y su madre tenían mucho éxito en los negocios y lo enviaron fuera a estudiar porque ellos estaban demasiado ocupados para dedicarle algo de tiempo a su hijo. A ellos les daba igual si Badger iba al colegio en Escocia, en los Estados Unidos o en Tombuctú, ya que de todos modos no lo veían casi nunca.
Supongo que puedes ir a clase donde tú quieras —dijo el padre de Badger—. Siempre hay aviones que van a cualquier parte.
Afortunadamente para Badger, que era un marinero entusiasta, le permitieron ir a un barco escuela, y así es como acabó a bordo del Tobermory. Y le daba la sensación de que eso era, de lejos, lo mejor que le había pasado jamás.»